In memoriam. Dr. Amadeu Betriu Gibert

Por Ángel Cequier Fillat
Presidente Sociedad Española de Cardiología

El pasado jueves 30 de julio, falleció Amadeu Betriu Gibert de una reciente pero implacable enfermedad. Amadeu fue uno de los cardiólogos más visionarios, coherentes, científicamente consistente y más respetados en nuestro país.
Nacido en Ribes de Freser en la provincia de Girona, realizó sus estudios de medicina en Barcelona, Universidad a la que posteriormente estuvo muy vinculado de forma prolongada como Profesor Asociado y como Profesor Titular.
Fue de los primeros cardiólogos que hizo una formación reglada como médico interno residente en la antigua Escuela de Cardio-Angiología de la Universidad de Barcelona. Posteriormente realizó 2 años de fellowship en el Montreal Heart Institute y 2 añoa más en el Toronto General Hospital de Canadá. Más tarde el Hospital Clinic de Barcelona le concedió un año sabático para realizar proyectos de investigación con los Dres Bernard Chaitman, David Waters y Marcial Bourassa, de nuevo en Montreal. Estos períodos de perfeccionamiento en dos instituciones, que en aquellos momentos representaban el conocimiento más avanzado en Cardiología, marcó en gran parte su desarrollo asistencial y científico con la adquisición de una cultura y metodología cardiológica. Cualidades que mantuvo de una forma constante a lo largo de toda su carrera, y que incorporó como cardiólogo al Hospital Clinic de Barcelona al que ya estuvo permanentemente unido a lo largo de toda su vida profesional. En dicho centro desempeñó las responsabilidades de Jefe de Sección de la Unidad de Hemodinámica, Jefe de Servicio de Cardiología y también Director del Institut Clínic de Malaties Cardiovasculars. Fue también presidente de la Societat Catalana de Cardiologia y Secretario de la Sección de Hemodinámica de la Sociedad Española de Cardiología, en sus periodos más iniciales. En el inicio de los 80, y conjuntamente con Enric Esplugas, hicieron una perfecta descripción de la situación en la que estaba la hemodinámica en España en aquel momento.

Ya desde el comienzo de su actividad clínica y científica, uno de sus campos de mayor interés fue la enfermedad coronaria. En la década de los 80, y con G. Sanz, A. Castañer y F. Navarro entre otros, consiguieron formar un equipo con una filosofía y metodología clínica y científica que tuvo un marcado impacto no sólo sobre los cardiólogos que se iban formando en su Hospital si no que se extendió a muchos de los Servicios de Cardiología de nuestro país. Publicaciones de este grupo en aquellos años (Circulation, New England Journal of Medicine, etc.) fueron de referencia en la valoración del pronóstico de los pacientes después de un infarto de miocardio analizados de forma prospectiva mediante la coronariografía.
Amadeu fue uno de los primeros cardiólogos que hizo un enfoque muy científico en relación al tratamiento trombolítico en el infarto agudo de miocardio. Sus estrechos contactos internacionales, su participación en múltiples comités científicos y su liderazgo lo convirtieron en una referencia internacional en la estrategia del tratamiento fibrinolítico, tanto en el escenario del infarto agudo de miocardio como en la realización de la reperfusión percutánea posterior. Junto a Magda Heras formaron un tándem de una consonancia y productividad científica envidiable. En 1992 y conjuntamente con Magda y Valentín Fuster propusieron una clasificación de la angina inestable en relación a su presentación clínica. Asimismo fue uno de los autores de las guías de la European Society of Cardiology tanto en el tratamiento del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST como en el manejo del síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST. Un aspecto muy llamativo y relevante fue su excelente relación con los diferentes profesionales de Cirugía Cardíaca. Su amistad y constante colaboración con José Luis Pomar, cirujano cardíaco de su hospital, posiblemente lo favorecía. Sin embargo se creó en dicho centro una fructífera cultura de proximidad y relación entre servicios que han sido siempre ejemplo de lo que debe representar un verdadero Heart Team.

Recuerdo cuando conocí a Amadeu, siendo yo estudiante de 4º de medicina. Yo era alumno interno en la Cátedra de Patología General (Dr Balcells) en el Hospital Clinic. Teníamos ingresado en la planta de medicina un paciente joven con una cardiopatía congénita muy compleja (aún no estaban totalmente definidos los servicios asistenciales), y se solicitó una consulta a los cardiólogos. Los internistas comentaron con un cinismo respetuoso que vendrían los “americanos”. Fue cuando vi por primera vez a Amadeu Betriu que vino a realizar la interconsulta con Ginés Sanz. Hicieron una detenida valoración clínica, una cuidadosa exploración y una auscultación con un espectacular fonendoscopio. Aunque no estoy seguro de fuera determinante, es indudable que aquello influyó en mi posterior decisión de dedicarme a la Cardiología.
Mi segundo contacto con él fue cuando, una semanas previas a incorporarme cómo fellow en el Montreal Heart Institute, fui a pedirle información y consejo acerca de dicho Hospital ya que él había pasado largos períodos en dicho centro. Recuerdo que fue muy cordial pero elegantemente incisivo e insistente al preguntarme las razones por las que yo había decidido iniciar ese camino. Posteriormente lo fui conociendo de forma mas próxima cuando coincidíamos en reuniones científicas. Tuve el placer de colaborar directamente con él cuando organizamos, conjuntamente con Carlos Macaya y Antonio Fernández Ortiz, una serie de ediciones de los cursos de actualización sobre tratamiento antitrombótico. Me apercibí de su inquietud científica , de sus profundos conocimientos, y de su visión analítica, estricta y científicamente muy consistente. Sus excelentes contactos internacionales favorecieron la incorporación dentro de los cursos de figuras de reconocido prestigio.

También colaboramos conjuntamente en diferentes proyectos de investigación y en estudios multicéntrícos en los que conocí su implicación como coordinador, siempre exigente y meticuloso. Sin embargo, un aspecto que siempre me llamó la atención fue su faceta como aficionado al fútbol y seguidor del Barça. Toda su dimensión equilibrada, reflexiva y racional quedaba muy diluida cuando se refería al Barça y creo que desaparecía casi totalmente cuando el Barça perdía.
En los últimos años tuve el privilegio de poder relacionarme con él de una forma extraprofesional y personal mucho más cercana. Debido a tener amigos comunes nos fuimos viendo, junto a Eugenia, de manera muy regular y frecuente. Conocí entonces a un Amadeu versado en la buena mesa, excelente conversador, agradable y coherente en unos principios que ha mantenido hasta el final.
Amadeu era una persona elegante e ingeniosa, de modales distinguidos y exquisita educación y de un comportamiento muy respetuoso. Junto a su excelente talla como clínico, científico e investigador, tanto fuera como dentro de la actividad profesional fue un verdadero “gentleman” en la cardiología. Amadeu, siempre, siempre te recordaremos.